26 de febrero de 2023

PRIMERA SEMANA DE CUARESMA. ¿Quién eres tú? María Magdalena


Se me conoce como la mujer de la que Jesús echó siete demonios. Sí, estaba totalmente apartada de Dios, cometí tantos males... ¡hasta aquellos que no puedes ni imaginar! Así... ¿quién me iba a perdonar? ¿quién me iba a querer de verdad? ¡ni yo misma podía! Pero... Él me amó, me perdonó, jamás olvidaré esa mirada de MISERICORDIA...



«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos hallarán MISERICORDIA»... Para Jesús, lo primero y último era la MISERICORDIA. Toda su vida estuvo marcada por el amor que llegó hasta el perdón mientras estaba siendo crucificado: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». 

DIOS NOS COMPRENDE, NOS ESPERA, NO SE CANSA DE PERDONARNOS SI SABEMOS VOLVER A ÉL CON EL CORAZÓN ARREPENTIDO.

No olvidéis que nada de cuanto un pecador arrepentido coloca delante de la MISERICORDIA de Dios queda sin el abrazo de su perdón. 

Cuando miro alrededor puedo comprender que Él no se cansa nunca de perdonar, sois vosotros los que os cansáis de pedir perdón. Solo cuando uno se siente perdonado, puede ser misericordioso.

Jamás olvidaré su voz llamándome tras la resurrección: «¡María!» Él me devolvió toda mi dignidad, esa que yo misma había pisoteado. Nunca pensé que nadie pudiera volver a mirarme con MISERICORDIA, es más, no me sentía merecedora de perdón.

Se me conoce como la mujer de la que Jesús echó siete demonios. Sí, estaba totalmente apartada de Dios, cometí tantos males... ¡hasta aquellos que no puedes ni imaginar! Así... ¿quién me iba a perdonar? ¿quién me iba a querer de verdad? ¡ni yo misma podía! Pero... Él me amó, me perdonó, jamás olvidaré esa mirada de MISERICORDIA y esas palabras: «No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío».

Él vio en mí mi verdadero ser,  -lo que nadie supo ver-, me perdonó y me amó de una forma distinta, -como nadie nunca lo había hecho-, colmó mis vacíos y sanó todas mis heridas.

Cuánto lloré, María, con dolor y arrepentimiento, sabiendo que no había amado como debía, pero que tenía la oportunidad nueva de amar más y mejor.

Fue por eso que tuve la valentía de estar al pie de la cruz, yo, la pecadora, la perdida, a la que llamaban loca y la que era juzgada por todos. Y pude hacerlo porque, al saberme perdonada, al experimentar la MISERICORDIA de Dios, pude entender que nada de este mundo se compara con un Amor real como el de Jesús y que hay que ir con Él, hasta donde sea necesario, enfrentando todo, yendo a contracorriente. Fue ese amor, llámalo loco si quieres, el que me impulsó a atravesar la ciudad, sola, para ir a preparar el cuerpo de Jesús. Y una vez más, Él no se dejó ganar en generosidad; me volvió a llamar por mi nombre, ese que tanto tiempo había sido manchado, y se me apareció, consoló mi corazón, volviendo a transformar mis lágrimas en gozo, haciéndome la primera testigo de su resurrección. 




  • ¿Has sentido alguna vez que lo que has hecho no será perdonado? ¿Has ocultado, alguna vez, algún pecado, por miedo o vergüenza? Escribe cómo te sentiste en ese momento.

  • ¿Cuándo fue la última vez que te confesaste y te sentiste perdonado?

  • Tú, que tantas veces has recibido la paz de Dios, su perdón, su misericordia, ¿eres misericordioso con los demás? Di hechos concretos.


 

Señor Jesús, ¡cuántas veces suplicamos MISERICORDIA, a tu Corazón, rezando rutinariamente! Hoy me asomo a tu Corazón con espíritu nuevo; con la confianza de quien sabe que en tu Corazón se encierra la ternura del Corazón de Dios. 

Tu Corazón es refugio para el pecador, donde oigo la palabra salvadora, que me sostiene y renueva: «Yo no te condeno». Aunque caigas siete veces al día, Yo no te condeno; aunque los demás te juzguen, Yo no te condeno; aunque tú mismo te condenes, Yo no te condeno. 

Que la súplica de tu MISERICORDIA cambie mi corazón de piedra en un corazón misericordioso y humano.

Corazón de Jesús, trono de MISERICORDIA,  ten MISERICORDIA de mí.

Amén.


 


22 de febrero de 2023

COMENZAMOS LA CUARESMA. María nos introduce el tiempo de Cuaresma



Para acercarse al misterio (acercarse, porque llegar a él es imposible) hay muchos caminos y no solo el de la inteligencia. Hay algunos más rápidos y son los que pasan por el corazón.





Llevo unas cuantas noches soñando intensamente y, cuando me despierto, recuerdo todo con gran realismo. Sueño Contigo, hijo mío, pero cada día es algo diferente. La otra noche te presentaste en mis sueños como cuando eras un niño, quizás tendrías unos siete u ocho años; yo estaba haciendo pan en la cocina y corriste a abrazarme por detrás, con fuerza y ternura, diciéndome:

“MAMÁ, QUÉ BUENA ERES, ERES LA MUJER MÁS BUENA DE TODA LA TIERRA, TE QUIERO CON LOCURA..."

¡Cuánto te he amado, Jesús! Lo sabes bien. Y es que cuando te sentí en mi seno, me conmovió la bondad del Señor, su gran bendición sobre mí. Desde que naciste intentamos tu padre y yo darte todo lo necesario, y como eras tan espabilado, fue todo muy fácil. No sé qué hubiera hecho yo sin la ayuda de mi José, siempre a nuestro lado, fiel y protector. Verdaderamente, viviste una niñez muy afortunada. A veces pienso que era la luz que desprendías en el hogar, el amor que nos transmitías, lo que hacía que todo transcurriera con tanta paz y tranquilidad...

Al igual que yo di mi «sí» con valentía a pesar del miedo, a Ti no te queda otra que aceptar la voluntad de nuestro Dios; sabes que lo llevas en la sangre. Y los amigos que van contigo lo notan, entienden la grandeza que hay dentro de Ti. Han descubierto el gran cambio en sus corazones desde que te siguen. Algunos de tus amigos no me transmiten buenas vibraciones, pero Tú sabes lo que haces, así que confiaré en Ti. ¡La gente te quiere!

Estoy asustada, Jesús, porque en mi último sueño había mucho dolor en Ti. ¿Estás bien? Siento escalofríos cuando miro por la ventana; tengo una sensación de vacío grande en mi interior y pienso si no debería ir a buscarte ahora mismo estés donde estés.

JESÚS, SI ESTÁS ESCUCHANDO MIS PENSAMIENTOS QUIERO QUE SEPAS QUE TE QUIERO CON LOCURA,

eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y, aunque no me perteneces, (bien sé que eres de mi Dios), pensar que te ocurriera algo hace que se me rompa el corazón. Hijo mío, mándame una señal, guíame hacia Ti con una estrella fugaz, te prometo que llegaré lo más rápido que mis ya torpes piernas me dejen, y te protegeré con el arma más grande que tengo, MI AMOR. Mi niño pequeño, no quiero que sufras; si tienes que soportar algún dolor, dámelo, que yo lo aceptaré.

Ya cae la tarde, se nublan los cielos, quizás en cuanto me duerma, volveré a soñar. Esta vez espero que sea un feliz sueño. Buenas noches Jesús. ¡No olvides nunca cuánto te quiero! 



Esta es mi Cuaresma: acompañar a mi Hijo desde el corazón y concorazóndeMadre. Acompañadlo vosotros también, en estas cinco semanas que la Iglesia nos ofrece para vivir este

PEREGRINAR HACIA LA PASCUA, HACIA LA LUZ.

Conviviremos con personajes que han encontrado a mi Hijo Jesús en el camino de sus vidas y han quedado marcados por su amor: María Magdalena, Pedro y Judas, Verónica, Juan y los dos ladrones que crucificaron a su lado. Ellos nos mostrarán, con sus palabras y sus propias vidas, cuánto se dejaron AMAR POR ÉL.



¡María, Madre, cuánto tengo que aprender de Ti, que junto a la Cruz alcanzaste la máxima expresión de tu Amor por Jesús, tu fidelidad a la voluntad del Padre!

¡María, Tú me enseñas la importancia de confiar y de creer, de ser firme en la fe, para entregarme en mi vida cristiana! ¡De tu mano, María, me es más fácil aceptarlo todo y estar de acuerdo con todo lo que sucede en mi vida!

¡En este tiempo, María, ayúdame a profundizar como hiciste Tú en la Palabra de Dios, a ser más constante y fiel en la oración, a retener y meditar en lo más profundo de mi corazón todo lo que el Padre quiere transmitirme! ¡Concédeme, María, la fuerza para responder cada día a la llamada de Dios con autenticidad y responsabilidad! ¡Ayúdame, María, a seguir los pasos de Jesús, a ser como Él, a crecer en las cosas de Dios, a aumentar mi fe, a esperar en la esperanza y a vivir en el amor! 

¡Gracias, María, por caminar junto a mí en el camino de la Cruz!

Amén.



1 de febrero de 2023

Febrero con corazón de Madre






Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. 

[...] Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo. Al verlo, le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». 

Cf. Lc 2, 41-49


Jesús iba creciendo. Tenía ya doce años cuando vino con José y conmigo en peregrinación al Templo de Jerusalén.

Jerusalén era la ciudad de Dios, y el templo Su casa. Llegó el momento de regresar a Nazaret pero, sin que nos diéramos cuenta, Jesús se quedó allí. 

ANGUSTIADOS LO BUSCAMOS DURANTE TRES DÍAS. FUERON MOMENTOS DE PROFUNDO DOLOR.

Cuando por fin lo encontramos, hablamos de lo sucedido. Jesús nos sorprendió una vez más al recordarnos que Él debía estar en las cosas de su Padre...  



  • Si en mi vida Jesús ‘se me pierde’, ¿cuándo y cómo me doy cuenta?

  • ¿Cómo busco a Jesús? ¿A quién y a qué acudo?

  • ¿Qué importancia tiene para mí ‘el Templo’ (estar allí, las celebraciones, los momentos de silencio…)?



Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades, antes bien,
líbranos siempre de todo peligro,
¡oh Virgen, gloriosa y bendita!
Amén.