20 de marzo de 2023

CUARTA SEMANA DE CUARESMA. ¿Quién eres tú? Juan

Soy el discípulo a quien Jesús amaba. No es que a los demás no los quisiera, ¡claro que sí! Pero yo siempre sentí ese AMOR de predilección que Dios tiene por cada uno de nosotros. Él me amó con todo su Corazón. Jamás podré olvidar el día, la hora y el sitio en que me encontré por primera vez con Él. Fue el momento más importante de mi vida. Por eso no puedo dejar de hablar de lo que he visto, oído y vivido...

Quizá ya te hayas acostumbrado a escuchar que «Dios te ama»... Pero, ¡esto es tan grande y tan extraordinario...! Dios te ama, tal y como eres; no tardes en aceptar la oferta de AMOR que Dios te hace. 

QUIEN SE SIENTE AMADO NO PUEDE MÁS QUE ENSEÑAR A TODOS LOS HOMBRES A CONOCER Y A AMAR A DIOS..

Os presento a un discípulo que dijo sí a esta historia: Juan, «el discípulo a quien Jesús amaba».

Así es, soy el discípulo a quien Jesús amaba. No es que a los demás no los quisiera, ¡claro que sí! Pero yo siempre sentí ese AMOR de predilección que Dios tiene por cada uno de nosotros. Él me amó con todo su Corazón. Jamás podré olvidar el día, la hora y el sitio en que me encontré por primera vez con Él. Fue el momento más importante de mi vida. Por eso no puedo dejar de hablar de lo que he visto, oído y vivido. 

Soy galileo, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano menor de Santiago, con quien aprendí el oficio de pescador: este es todo el currículo que tenía cuando fui elegido para seguirle. ¿Quién iba a decirnos a mi hermano y a nuestros amigos, Pedro y Andrés, la aventura en la que nos íbamos a meter después de escuchar aquel: «Venid y veréis, y os haré pescadores de hombres»? Desde aquel primer encuentro, Jesús ha sido mi camino.  

Jesús me amaba, ¡y me ama! pero cuánto me tuvo que corregir, quizá tantas veces como tantas me mostró su AMOR. A mi hermano y a mí nos llamaba «hijos del trueno»; éramos impulsivos, orgullosos, siempre queriendo ser los primeros y queriendo resolverlo todo con la violencia. Pero su AMOR nos transformó. ¿Sabes que mi nombre significa «Dios es misericordioso»? Y fíjate si lo fue, me hizo el mayor regalo: en la Cruz me entregó a María como Madre y desde aquel momento la recibí en mi casa.

Hoy solo puedo decir que Él me amó y en esa mirada lo entendí todo, porque...

SOLO EL QUE SE SIENTE AMADO PUEDE AMAR.



  • ¿Me doy cuenta de que no soy perfecto? ¿Cómo acepto las correcciones? Escribe situaciones concretas. 
  • ¿Me creo superior a los demás? ¿Cómo se manifiesta? 
  • ¿Soy discípulo del Amor o discípulo que divide y crea problemas a mi alrededor?  Escribe hechos concretos.



Señor, tu voz cambió la vida de san Juan a orillas del lago de Galilea. Antes de conocerte era llamado «hijo del trueno», pero tu AMOR lo fue transformando hasta convertirse en «el discípulo amado». A tu lado aprendió a conocerse, a ser mejor persona y a darse a los demás, porque tu amistad fue la más importante de su vida.

Ayúdame, Señor, a aprender de él, a dejar a un lado mi impulsividad, orgullo y egoísmo. Quiero ser manso y humilde de corazón. Deseo ser como un niño, porque de los que son como ellos, es el Reino de los Cielos. Déjame reposar mi cabeza en tu pecho, compartir tus penas y alegrías, y permíteme aprender de Ti a recorrer el camino del AMOR.  

Gracias, Señor, por querer ser tan amigo mío como lo fuiste de san Juan. Ayúdame a saber verte en el día a día, a coger tu mano, dejarme guiar por Ti y a ser para los demás «discípulo del AMOR».

Amén.






13 de marzo de 2023

TERCERA SEMANA DE CUARESMA. ¿Quién eres tú? Verónica


Me llamo Verónica. Soy curiosa y en el camino hacia el monte Calvario mi mirada no podía despegarse de Jesús. 

Busco luz detrás de tanta sangre, una mirada que a tanta gente curó... Tengo miedo de acercarme... pero quiero descubrir tus ojos. Quizá ponga mi pañuelo a limpiar de sangre el cielo y así tus ojos puedan encontrarme.





El camino se hace cada vez más largo, ¡interminable!

HIJO MÍO: TE ACOMPAÑO EN EL CAMINO DE LA CRUZ.

No sé si tendré las fuerzas para estar a la altura del que dijo que daría todo por cada uno de nosotros. Dime que esta angustia acabará por fin. Dime que este camino de la Cruz pasará.

¿QUIÉN ERES TÚ?

Me llamo Verónica. Soy curiosa y en el camino hacia el monte Calvario mi mirada no podía despegarse de Jesús (creo que así se llama). 

Busco luz detrás de tanta sangre, una mirada que a tanta gente curó... Tengo miedo de acercarme... pero quiero descubrir tus ojos. Quizá ponga mi pañuelo a limpiar de sangre el cielo y así tus ojos puedan encontrarme. 

Me acerco. Me encuentro con el rostro más bondadoso que he visto en mi vida. Mi jarro de agua tiembla en mis manos mientras se lo acerco... pero el soldado lo derriba de un latigazo. 

Quiero aliviarte, quiero refrescar tu cara... un paño blanco se adhiere a tus heridas y se lleva tu sangre... ahí queda tu rostro, para que siempre te recordemos. Y, de pronto, tus ojos iluminan mi dolor: es tu forma de AGRADECER hasta lo más insignificante que he hecho.

¿ESTÁS PREPARADO PARA DAR GRACIAS A JESÚS POR TANTO DOLOR OFRECIDO POR TI?






  • ¿La gente, en general, es sincera o se pone muchas caretas?
  • ¿Qué es el «postureo»?
  • ¿Uso muchos filtros en las redes? ¿Y en la vida? ¿Por qué?

  • ¿Soy capaz de agradecer como hace Jesús, o no se lleva hoy esa actitud?

Danos, Señor, la inquietud del corazón que busca tu rostro. Protégenos de la oscuridad del corazón que ve solamente la superficie de las cosas. 

Ayúdanos a vivir sin caretas, sin tapujos, buscando la luz de tus ojos llenos de amor y de agradecimiento. Danos la sencillez y la pureza que nos permiten ver tu presencia en el mundo. 

Cuando no seamos capaces de cumplir grandes cosas, danos la fuerza de una humilde bondad. Graba tu rostro en nuestros corazones, para que así podamos encontrarte y mostrar al mundo tu imagen.

Amén.




6 de marzo de 2023

SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA. ¿Quién eres tú? Pedro y Judas

Me encanta recordar ese momento porque fue curioso. Podría decir que Jesús y yo no nos encontramos directamente. Quiero decir, que conocí a Jesús gracias a mi hermano Andrés, que me contó que había encontrado al Mesías. ¡Menudo anuncio! Todo el pueblo de Israel esperando durante tantos años y mi hermano me decía que lo había encontrado...



Por extraño que parezca, la mirada de Jesús en la cruz me recuerda a la que años atrás había visto en Belén. Es una MIRADA LIMPIA. Envuelto en pañales y reclinado en el pesebre, porque no había sitio en la posada, Jesús mira a todo el que se acerca a Él. Vienen a adorarle, a entregarle sus dones.

¡Cuántas miradas correspondidas! 

DESDE LA CRUZ SIGUE BUSCANDO, CON UNA MIRADA LIMPIA; VIDAS A LAS QUE OFRECER LA SALVACIÓN.

Desde la primera mirada de Belén, pasando por la última del Calvario y todas las que hasta hoy ha dirigido después de su resurrección, solo Dios y Él saben cuántos corazones han sido buscados, encontrados y transformados por el Amor.

Nunca dejes de mirarle y corresponder a esa MIRADA LIMPIA con la que Él te llama, abraza tu realidad y la transforma en Vida.

Mirarle o no mirarle... he ahí la salvación.

María: Pedro, ¿qué estabas haciendo cuando Jesús te miró por primera vez?

Pedro: Me encanta recordar ese momento porque fue curioso. Podría decir que Jesús y yo no nos encontramos directamente. Quiero decir, que conocí a Jesús gracias a mi hermano Andrés, que me contó que había encontrado al Mesías. ¡Menudo anuncio! Todo el pueblo de Israel esperando durante tantos años y mi hermano me decía que lo había encontrado. Claro, María, que este anuncio, comparado con el tuyo... se queda en nada. Pero cada uno vive su encuentro con Jesús como un momento realmente especial.

María: Así es. El saludo del ángel no lo olvidaré jamás. Y la conversación, claro. Realmente era Dios.

Pedro: Te sigo contando.

María: Sí, sí. ¿Qué ocurrió después?

Pedro: Me llevó a Jesús, que se me quedó mirando y me llamó por mi nombre.

Judas: Qué distinta es mi historia. No por Jesús, sino por mí. Él me miró; sin embargo, yo le miré en un primer momento y luego me aparté de Él. Qué oscuridad tan grande hay en el corazón cuando se mira donde no está Jesús.




  • Piensa en un momento concreto de tu vida en que te has sentido mirado por Jesús. Recuerda el lugar, el momento,… todo lo que SU mirada trajo a tu vida. ¿Cómo te sentiste? ¿Por qué?
  • Trae ahora a la memoria del corazón otro momento en que hayas podido apartar tu mirada de Jesús, aunque haya sido solo instante. ¿Cómo te sentiste? ¿Por qué?
  • Al mirar a Jesús, ¿qué ves en sus ojos?



Señor Jesús, yo también he sido elegido por Ti y llamado por mi nombre. Tú sabes mi historia y el trecho del camino que he recorrido Contigo y, también, lo que he caminado sin Ti. En tus ojos encuentro la mirada de quien me conoce de verdad, que sabe de mis fallos, heridas, miserias; pero que, aun con todo eso, me hace sentir una persona única e irrepetible. 

Jesús, Tú me miras y tu mirada me llega al corazón. Es una MIRADA LIMPIA. Me miras por dentro y eres capaz de ver en mí lo que casi ni yo intuyo. 

Ayúdame a caminar fijos los ojos en Ti, a pesar de mis negaciones. Desde lo más profundo de mi corazón te pido que no permitas que nada ni nadie me separe de Ti.

Amén.




1 de marzo de 2023

Marzo con corazón de Madre



Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

Jn 19, 25-27


Pensé que ya no habría dolor mayor que aquel y tal vez mi presencia fuera la última dulzura que Él gustara de este mundo. Corrí hacia Él. Nadie me conoció. Cuando los hombres miran con odio no ven, no ven. Él, sí me vio. 

PODRÁN PASAR LOS SIGLOS Y NO OLVIDARÉ NUNCA AQUELLOS OJOS, QUE AL MISMO TIEMPO HERÍAN Y CURABAN.

De su muerte nada os diré. Sería necesario abrirme el corazón para decirlo. Solo que la fe vivía en la esperanza...  






  • ¿Qué hago cuando sé que alguien está sufriendo? 

  • ¿Y ante mi sufrimiento? ¿Miro la Cruz? ¿Pido ayuda a María?

  • ¿Cómo reacciono ante lo que no sale como yo quiero? Pongo ejemplos.


Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorado tu asistencia o reclamado tu socorro haya sido abandonado de Ti.

Animado con esta confianza, a Ti también acudo, ¡oh Virgen, Madre de las vírgenes!; y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.

¡Oh, Madre de Dios!, no deseches mis humildes súplicas, antes bien, escúchalas y acógelas favorablemente. Así sea.